Abrázame

Parada de pie frente a aquel lugar, le entraron ganas de llorar. Y así comprendió dos cosas: la primera cuánto hubiera necesitado un abrazo, uno de verdad, de esos que te llenan. Hacía demasiado tiempo que no recibía uno así, o que no sentía uno así. Eso le condujo a la segunda cosa descubierta: cuánto necesitaba que ese abrazo fuese SU abrazo.