...Deseos de humo...


Él, apenas ha descansado unos minutos cuando pega un salto y se pone en pie. Ella, boca abajo y enredada entre las sábanas, hunde la cabeza en la almohada, que ahora huele a él y no puede evitar aspirar todo ese aroma.

Por fin levanta la cabeza, para evitar dejarse embriagar por aquel olor, y comprueba que ya se ha vestido. Se sienta de espaldas a ella para calzarse. Lo mismo de siempre. Después viene el beso de despedida. Cada vez más seco.

-A veces me gustaría que fumaras- Se le ha escapado. Es algo que lleva pensando mucho tiempo pero nunca cree conveniente decir.
-Odias a los fumadores.- Le contesta sin saber a qué viene aquello.- ¿Para qué quieres que fume, te parecería más sexy?- Añade entre risas.
-No, es sólo que…- No sabe si decirlo. Sería afirmar que sí, que se está enganchando al olor de la almohada. Pero no puede evitarlo al ver la cara que él le ha puesto. Otro síntoma más.- Es simplemente que si fumaras, al menos te quedarías unos minutos más, por lo del cigarillo de después y tal.
-Tú no me dejarías que fumara al lado tuyo. Empezarías a echarme la charla, como haces con todo el mundo…
-Y eso haría que alargaras tu tiempo aquí…- ¡Mierda! Otra vez algo que no debía decir.

Podría haberla tomado en serio, pero ha preferido fingir no enterarse de nada. Repite la rutina de siempre y le da un beso. Hoy toca uno verdadero. Después de todo, él también desearía fumar. Mejor aún, desearía no tener que hacerlo y poder quedarse allí simplemente porque le apetece. Pero había tratos, que no se atrevían a romper.

Nota: Cualquier parecido con cualquier realidad, es pura coincidencia.
Hoy suena a: