La monotonía es la protagonista de mi vida estos últimos meses. Siento que necesito encontrar un nuevo rumbo. Salgo a andar por la playa, como cada mañana, al amanecer. Cuando llevo unos metros caminados, noto que algo me golpea el pie con la última ola. Miro hacia abajo y compruebo que se trata de una botella de cristal. No le habría dado más importancia, de no ser porque me doy cuenta de que contiene un papel dentro. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy sola en la playa. Quito el corcho y saco el papel, que se ha estropeado por la humedad.
1 de octubre de 1931
Querida persona que lee esta carta:
No sé quién eres. No sé si leerás esto unos días después de redactar
estas líneas o lo harás dentro de un siglo. Sólo quiero contarte qué me ha
tocado vivir, para que nunca des por sentado nada. Hasta hace unas horas, las
mujeres no teníamos derecho a voto en España. Pero hoy lo hemos aprobado en las
Cortes. Tras semanas de intensos debates. La democracia ha sido racional,
finalmente.
Nunca pienses que otros
defenderán tus derechos. Este del voto lo es, ya que las mujeres somos tan
ciudadanas de pleno derecho como cualquier hombre. Pese a ello, me he topado
con compañeras que no sólo no lo han defendido, sino que, además, han peleado
contra él. Dentro de tus iguales, los habrá que no se levanten contigo, que no
te acompañen en tu lucha y que hasta te pongan piedras en el camino.
Por ello, escribo, para recordarte que has de pelear hasta la última
consecuencia. Y, cuando lo consigas, seguramente debas seguir combatiendo para
mantenerlo. Mas no cedas ni un paso dado. Te lo dice alguien que lo ha
comprobado por ser mujer.
Mis palabras en las Cortes
quedarán recogidas en la prensa y, probablemente, pasen a los libros de
Historia. Sin embargo, me he dedicado a escribir cartas estos días a aquellos a
los que las publicaciones oficiales no llegan. Y, entre nota y nota, he pensado
en lanzar una al mar en mi próximo viaje a la costa. Quizá me tachen de loca,
una vez más. Pero, quién sabe si con
ella lograré insuflar de valentía a alguien que la necesite y de quien me
separen el tiempo y el espacio.
No deseo robarte más tiempo. Comparte esta carta con quien pudiera
necesitarla.
Atentamente:
Clara Campoamor.
Leo la carta varias veces, hasta que prácticamente la memorizo. La guardo de nuevo en la botella y vuelvo a lanzarla al mar. Hoy he recibido las palabras que necesitaba y es momento de que le lleguen a otra persona.
Este relato pertenece al segundo reto propuesto por Valiente Inspo en su 'Inspo Fest' de seis semanas.
En esta ocasión, debíamos imaginar que encontrábamos una botella con una carta dentro, en la orilla de la playa. El relato debía centrarse en esa carta con una extensión limitada a 300 palabras.
Mi carta "está redactada" por Clara Campoamor, abogada, escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española, que luchó por el sufragio femenino durante la II República Española, aprobado en 1931 y ejercido por primera vez en 1933. Campoamor tuvo que enfrentarse, incluso, a otras políticas, como Victoria Kent.
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