Noticia: "Un nuevo incendio arrasa con el asentamiento de chabolas de Palos de la Frontera"
Datos personaje
Nombre: Fatima
Profesión: Jornalera en Huelva
Rasgos físicos: Pelo largo y marrón
oscuro. Ojos grandes y oscuros.
Un adjetivo que la define: Harta.
Fatima está a punto de levantarse para coger la furgoneta que le acercará al campo de fresa donde trabaja desde hace casi un mes. Su vida es eso. Esperar a que llegue la siguiente temporada de una fruta diferente para poder trabajar.
Hoy no va a subirse al vehículo. Poco antes de que amanezca, alguien aporrea la puerta de su casa. Si es que puede llamar así a las cuatro paredes de plástico y cartón que componen el habitáculo donde duerme con otra compañera.
—¡Salid! ¡Salid corriendo!—grita alguien al otro lado.
Fatima percibe olor a quemado. Cuando sale de la chabola, observa el humo que lo envuelve todo y que se le comienza a agarrar a la garganta. Podría haber muerto asfixiada mientras dormía. Como ya lo hizo un joven de 23 años apenas un año antes.
Cuando se ha alejado del poblado, Fatima piensa que no. Ni ella ni sus compañeros morirían dormidos, sin enterarse; porque nunca duermen. El miedo se lo impide.
El asentamiento
de Palos de la Frontera, en Huelva, ha vuelto a arder. Se
pregunta Fatima cuándo será la última. De sobra sabe que esto no es un caso
aislado.
—Habrá
sido algún cortocircuito.
—O
alguien que trataba de calentarse con alguna hoguera.
Escucha
comentar a otros jornaleros.
“Deben
de ser nuevos”, piensa Fatima. Los observa. No le suenan. Sí, será su primera
recogida de la fresa. Todavía no conocen lo que les espera.
—O
alguien que no nos quiere aquí…—murmura ella, con un tono de voz apenas
perceptible.
Hasta
que llegó a España, Fatima nunca pensaba mal de nadie. No creía en la maldad.
Por desgracia, poco a poco fue perdiendo esa inocencia. Y, a base de golpes,
aprendió.
Aprendió
que iba a sufrir doble discriminación: por magrebí y por mujer. Aprendió que
los capataces preferían a las mujeres para trabajar en el campo. Al principio
le alegró, necesitaba el dinero y trabajar cuanto más horas, mejor. Después,
aprendió que eran más solicitadas porque las mujeres se quejan menos.
Aprendió
que tenía tan pocos derechos, que ni siquiera podía escuchar música mientras trabajaba*.
Aprendió
que lo mejor era pasar desapercibida, para que los hombres no repararan en
ella, para que no le tocaran o, a veces, algo peor.
Aprendió
a callar cuando se cruzaba con alguien del pueblo que le gritaba “mora de
mierda”. Después, esa misma persona que le había insultado servía la fruta que
ella recogía.
Pero
no aprendió a resignarse. Como el fuego que ha quemado su asentamiento, ella
siente que tiene una llama dentro que no dejaba de crecer.
Cuando
comienza a amanecer, el fuego ya está extinguido. Los primeros voluntarios de
Cruz Roja ya han llegado con mantas y comida. Mientras, muchos corren hacia lo
que hasta hacía unas horas era una especie de hogar. Algunos gritan de
desesperación. El fuego ha destruido lo poco que tenían y, peor aún, sus
papeles. Por suerte, Fatima siempre duerme con ellos y los lleva consigo.
—Tendrán
que llevarnos a otro sitio— aseguran los nuevos jornaleros.
—No
lo harán —responde, esta vez en voz alta, Fatima.—El alcalde es el primero en
avivar esto.
Efectivamente,
ninguna institución pone a su disposición un lugar donde pasar, al menos, la
siguiente noche.
Volverán
a instalarse como puedan. Pero Fatima sabe que todo saltará, de nuevo, por los
aires. Lo hará una y otra vez mientras sigan dando altavoz a quienes promulgan
el odio al trabajador, al pobre, al que sólo quiere vivir con dignidad.
Fatima
ha aprendido que todos pagarán caro el delito de querer mejorar y exigir unas
condiciones dignas de vida y trabajo.
********
Este relato pertenece al tercer reto propuesto
por Valiente Inspo en su 'Inspo Fest’.
Esta vez, el reto consistía en crear un relato
basado en un personaje sacado de una noticia. La noticia sobre el último
incendio en un asentamiento de jornaleras y jornaleros, me ha perseguido esta
semana. Lo ha hecho porque no me saco de la cabeza la increíble canción de
Clara Peya, Alba Flores y Ana Tijoux, que destinarán todo lo recaudado a
Jornaleras en Lucha. Ana Pinto es una de las impulsoras de esta organización,
que busca la dignificación del trabajo de las jornaleras de Huelva. *Pinto,
relató a Alba Flores que se dio cuenta de la explotación que sufría cuando le
prohibieron hasta escuchar música mientras recogía fresa. Tampoco me he sacado
de la cabeza el relato de Fatima en la noticia en la que se basa mi escrito.
Podéis adquirir la canción aquí: https://vidarecords.bandcamp.com/album/clara-peya-ft-alba-flores-ana-tijoux-mujer-frontera