Salvia

 Este microrrelato pertenece a un reto mensual elaborado por Maribel (Dos y veintidós) en el que usamos como inspiración una lista de términos. Este relato corresponde al día 30 de octubre.


Mamá nunca creyó en espíritus. Pero yo sabía que existían. La abuela también sabía de su presencia.

Por eso siempre esperábamos a que mamá se hubiera ido al trabajo los días previos a la festividad de todos los Santos, para realizar nuestro ritual. Yo me encargaba de salir al campo en busca de salvia semanas antes. La abuela lo secaba y ataba con una cinta de algodón. Llegado el momento, sacábamos el cuenco de barro usado para recoger la ceniza. La abuela lo tenía bien escondido. Prendíamos el ramillete seco y recorríamos cada rincón de la casa dispersando el humo. El objetivo era purificar la casa y alejar a los espíritus. La abuela siempre decía que cada cual tiene suficiente con cuidar de los suyos como para acoger almas perdidas que no sabes qué traerán.

Hoy he prendido sola el ramillete. Aunque yo siento que ella ha ido caminando por la casa junto a mí, como siempre. No sentí miedo cuando falleció, porque ahora siempre me acompaña...